Ver el reino y entrar al Reino son dos cosas distintas. Ver significa entender, mientras que entrar al reino significa participar y disfrutar de los beneficios del reino que vas conociendo a lo largo de tu proceso de santificación. Como dijo Jesús, tienes que nacer de nuevo para ver y entrar en el reino. Cuando uno se convierte, o acepta lo que Jesús hizo en la Cruz del Calvario comienza un proceso de conocimiento y comprensión. A través de la lectura de la Biblia y la obediencia a las enseñanzas de la Palabra, comienzas a entender lo que significa ser ciudadano del Reino. Es a través de la Biblia donde Dios comienza a hablar contigo y a darse a conocer a ti; a establecerse una relación de amistad que va creciendo a través del tiempo mientras vas madurando espiritualmente. Ya no conoces a Dios por lo que te dice otro, sino que ya tienes un conocimiento propio por tus propias experiencias con Él. Es algo maravilloso cuando Dios te habla una palabra exacta que te da dirección, que contesta dudas e inquietudes, que te da sabiduría y te ayuda a tomar decisiones difíciles, que te anima cuando estás decaído.
Este es el primer beneficio de entrar al Reino, el poder tener acceso directo al Padre por medio de la sangre de Cristo y con la ayuda del Espíritu Santo (Heb. 10:19,20). Tener derecho de hablar con Él tú solo; de exponerle tus pensamientos más profundos con sinceridad, sin miedo a ser juzgado porque ya has sido justificado delante de Él por Jesús. No hay nada que no puedas preguntar, inquirir, aclarar frente a frente con Él. No tienes que ir a un templo, tu cuerpo no tiene que estar en alguna posición particular, no tienes que tener una vestimenta especial para acercártele, no tienes ni que hablar porque Él te escucha donde sea y como sea, aun tus pensamientos. Y sobre todas las cosas, puedes contar con el amor INCONDICIONAL de un Padre, siempre. Porque Él es fiel aunque nosotros seamos infieles. ¿Qué puede ser mejor que esto?
En Cristo Jesús el Padre se acerca a cada ser humano, sin importar su condición y le hace un llamado. Un llamado a establecer una relación de intimidad con Él.
"Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, ..."
2 Cor. 5:19a
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, ..."
2 Cor. 5:19a